domingo, 31 de enero de 2016

El metal II - Gracias a los logos

Nunca me había pasado (creo que nunca me había pasado; al menos no recuerdo que me haya pasado: siempre —en mi primera etapa metalera, digamos, desde los catorce años hasta los veinte más o menos— escuché bandas nuevas por recomendaciones de amigos o por revistas sobre música), pero hace un par de meses empecé a escuchar un par de bandas sencillamente por su logotipo.
No por su género, ni por los nombres de sus discos o sus artes de tapa, sólo por el dibujo que (de)forma su nombre, que a primera vista no permite ni leer qué quiere decir.
Esto pasó porque tuve la genial idea de hacerme remeras con logos de bandas en lugar de comprarlas. Porque así hacemos las cosas. O complicadas o no se hacen.

En la búsqueda me encontré con esta entrevista al diseñador de logos Christophe Szpajdel, que hizo el de Emperor, para empezar…


Le preguntan por los logos que diseñó, por cómo es el proceso de crearlos, etc. Y en un momento le preguntan qué logos le hubiera gustado diseñar: Dragged into Sunlight, dice.
Y ahí conocí por primera vez una banda sólo por su logo. Este:


Y me gustó la banda. El primer tema del primer LP que sacaron tiene un audio con la voz de Charles Manson [por el momento, en todos los discos que sacaron, esta banda recurre a poner audios de asesinos seriales, nada demasiado nuevo, como remarcan varias reseñas sobre sus discos, pero para uno, que conoce asesinos seriales ficticios por Criminal Minds, El silencio de los inocentes, Dexter y tal, encontrarse con tipos ¡de verdad! hablando sobre lo que hicieron y lo que pensaban es estremecedor] tomado de no sé qué grabación de lo que dijera. Y así, sacado de contexto, me parece bastante lúcido lo que dice, qué querés que le haga:

They are sneaking in the county jail
Looking under the door to see if the man is there
Sneaking like little children out of town
Sneaking
Sneaking all around the courthouse
Sneaking in and out of the ventilators
Sneaking everywhere
Everything is sneaky up around Sneaky Ville
Everything we have to do to get to the truth has to be sneaky
It seems a shame to sneak to get to the truth
To make the truth such an evil dirty old nasty thing
You got to sneak to get to the truth
The truth is condemned
The truth is in the gas chamber
The truth has been in your stockyards
Your slaughterhouses
The truth has been in your reservations
Building your railroads
Emptying your garbage
The truth is in your ghettos
In your jails
In your young love
Not in your courts, or your congress, or the old sit judge man on the young
What the hell do the old know about the young?
They put a picture of Old George on the dollar and tell you that he is your father, worship him
Look at the madness that goes on, you can’t prove anything that happened yesterday
Now, the only thing that’s real
You can try to prove that Columbus sail on an ocean
But it’s not the same ocean, it’s a different ocean, it’s a different world
Everyday
Every reality
Is a new reality
Every new reality is a new horizon
A brand new experience of living
I got a note last night from a friend of mine
He rise in his note of what he might have to do in order to save his reality
As I save mine
You can’t prove anything!
There is nothing to prove!
Every man judges himself
He knows what he is
You know what you are
As I know what I am
We all know what we are
Nobody can stand in judgment
They can play like they are standing in judgment
Then take you off and control the masses
With your human body
And they can lock you up in the penitentiaries, and cages, and put you on crosses like they did in the past
But it doesn’t amount to anything
What they’re doing is, they’re only persecuting a reflection of themselves
They’re persecuting what they can’t stand to look at in themselves
The truth
The cant stand to look at the truth in themselves
They persecute themselves
They are butchering themselves every time they go on the freeway
They hate themselves
Look at the signs, “Stop”, “Go”, “Turn here”, “Turn there”, “You cant do this”, “You cant do that”, “You cant, you cant, you cant”, “This is illegal”, “That’s illegal”, “Everything’s illegal”
The priest used to watch over the people
Now they are watching the people
The president does not represent the people, he should be on the roadside picking up his children, but he isn’t
He is in the white house, sending them off to war
And you’re saying I have to pay for this again?
And again and again I’ve got to pay for your sins
How many times have I got to pay for your sins?
I’m getting tired
I’m getting tired

The people you call my family were people that you didn’t want
Children that were along side the road that their parents had kicked out
So I took ‘em to my garbage dump and fed ‘em and taught ‘em that in love there is no wrong
Everything they’ve done they’ve done for the love of brother

Qué querés que te diga, decía; no hay una conclusión muy clara para este post poco claro, que no sé si habla de Manson o de los logos, al final: para mí el metal es eso: asusta a las viejas, hace llorar a los niños, molesta a los hermanos y vecinos; si no, no es metal.

Otro logo que me pareció muy bueno por lo claro que se lee el nombre sin perder la forma simétrica y de pinches típica, aparte de las gotas de sangre, es el de Whore of Bethlehem:


Besis.

domingo, 24 de enero de 2016

El metal I - Soledad melómana

Hace unos días leí en el muro de Facebook de un amigo un comentario de un sabio filósofo y poeta en el que llamaba «DEVIL MENTAL» (así, todo en mayúsculas) al heavy metal. Seguramente se creía muy pillo por haber inventado un juego de palabras tan elaborado, tan incisivo.

Consiguió hacerme pensar un poco sobre el metal, eso sí. Es la música que escucho desde los trece años, si mal no calculo, cuando entré al colegio secundario en 1997. «La que me define», se diría.

Desde que a mediados de 2015 empecé a pasar la mayor parte del día solo en el taller [de encuadernación e impresión (Escuadrón Guillemet)], acompañado por mi viejo celular con su memoria SD de 2 GB llena de mp3, estoy escuchando más metal que nunca, que empecé desde 2012/2013, después de la internación, a «sacarle el jugo» a la computadora para orientar las búsquedas de música gracias a Metal Archives.
Esta sería mi segunda gran época de escuchar metal(, se diría).

Y me estoy encontrando con que me gustaría compartir con alguien, como mínimo una persona, los botines que estoy atesorando de mis incursiones en Metal Tracker o RockBox, pero la verdad es que cada vez tengo menos ganas de hacerme amigo de los metaleros que conozco. (¿Debería uno acercarse a la gente por compartir gustos? ¡Así fue como hice la mayor parte de mis amigos [de carne y hueso, con los que hablo en persona] más entrañables!, al menos eso me parece).

O bien yo no entiendo lo que quieren decir los discos que escucho, no soy la persona que los músicos esperan que escuchen esos sonidos; o bien los metaleros que conozco no entienden lo que yo entiendo de los discos que yo escucho.

Es que yo también… No me gusta ir a recitales, es verdad, ahí podría conocer a alguien; no voy a rockerías porque me pirateo todo lo que escucho desde hace más de diez años; recién ahora estoy empezando a tener ganas de ponerme remeras con logos de bandas después de casi quince años de no hacerlo (en primer año del colegio tenía una de A.N.I.M.A.L. y una de Korn y pará de contar). Y, lo crucial, las bandas que me parten la cabeza no son las más populares, realmente.

¿Dónde están los que escuchan death metal viejo (Entombed, Dismember, At the Gates, Grave, Unleashed, Pestilence, Obituary, Morbid Angel, Cannibal Corpse, Incantation, Cryptopsy) o el nuevo (Cattle Decapitation, Psycroptic, Dead Congregation, Morbus Chron, Dragged into Sunlight, Grime), que se preguntan como yo cuánto falta para que se acabe la humanidad, que se divierten con estos ritmos y gruñidos?

Es que soy gil. Por ejemplo, el otro día estaba esperando el colectivo y apareció una flaca con una remera de Hell Hammer (!!!!!!), la banda que tenía el cantante de Celtic Frost y hoy Triptykon, antes de formar Celtic Frost, y ¿qué hice?, dejé que se fuera sin siquiera… ¿qué podría haber hecho? Sin siquiera hacer los cuernitos en señal de ¿camaradería?

No sé. Es metal, es la música que te muestra cómo suena el infierno, la banda de sonido para el fin de los tiempos, hecha para el que se entretiene con todo lo que no entiende de la experiencia de ser humano, para el masticador de lo más oscuro que pueda imaginar la mente humana, música para locos que escapan de la realidad para enfrentar la realidad más cruda, para «explorar la frontera de lo irreal».
Prefiero la lluvia antes que el sol, el invierno antes que el verano, la montaña antes que la playa, el bosque antes que la ciudad, lo del costado, lo no-humano.

Me gustaría poder decir «somos» los carroñeros de esta cosa podrida pero tan rica, al menos con una persona más.

domingo, 10 de enero de 2016

YO OPINO - «Basta de bastardear a Mafalda»

Estoy harto de muchas cosas, pero ya ni me da el tiempo para gritar cuánto me molestan (por suerte (por suerte para mí)). Tengo ganas de armar una página que se llame así: «Basta de bastardear a Mafalda». Me pudrí de entrar al "inicio" del facebook y ver cuadritos de Mafalda con el texto cambiado, y cambiado para más que peor, cambiado para horror, cambiado para obliteración de la humanidad...

Ya se apropiaron del eternauta los kirchneristas. Y eso que con el eternauta se apropiaron de una manera en cierto modo lógica, digamos, porque la historieta tenía algunos puntos en común con la ideología del kirchnerismo. (¿Es cierto eso? Corroborarlo no estaría de más…) 

Ahora, ¿por qué al personaje de una niña con la mente de un adulto bastante inteligente me lo mezclan con frases bobas e, incluso, insultantes para los niños, para las mujeres y para la inteligencia en general?

Conclusión: la reputísima madre que los parió, pichiruchis.

 #BastadebastardearaMafalda

jueves, 7 de enero de 2016

YO OPINO - Cinematógrafo V - «I'm back»

¿Qué? ¿Creyeron que me había olvidado de ustedes, mis queridos lectores? No, no. Ni mucho menos.
Mientras se prepara la polea y se recauchutan los rodillos de la minerva (sí, aunque no lo crean, por fin estoy resolviendo eso), me tomo un vaso de soda, que no tengo ni para Coca, y les escribo bolubolu, que es lo que más me gusta hacer.

En la reunión de fin de año con la familia recuperé algunas cosas. La que viene al caso en este «post»: la clave de Netflix. Después de un par de meses de no poder acceder al servicio por razones ajenas a vuestra incumbencia, recuperé la susodicha clave. De manera que el domingo, después del almuerzo, me apoltroné y me conecté. 

Para empezar, miré Terminator 3, que no la había visto completa nunca y, al término, Terminator "4" (Salvation). Me dieron bastante risa. La 3, sobre todo, que es todo un gran chiste (malo, pero chiste al fin). La 4, con la complicada historia del tal Marcus, no me convenció mucho. Me faltaron persecuciones y robots de metal líquido.

No contento con la panzada de robots tiratiros, me castigué con la vieja Robocop. Y todavía me dio el cuero para mirar Robocop 2 ya empezando la cena.

Iba a poner alguna reflexión elevada, pero la verdad, habiendo consumido casi 10 horas de películas «de mierda», se me derritió el cerebro como el T-1000 cuando cae en el acero fundido.

Mis disculpas a Tarkovski, que me bajé un par de sus películas (porque en Netflix, ni señales del tipo) hace unas semanas, pero aún no las metí en un «pen-drive» para contemplarlas en el Smart TV de mi padre.