lunes, 30 de marzo de 2015

Coming soon

Se viene algo grande, al menos para mí. Algo así:

«★»

Empieza con L y termina con -etterpress.

jueves, 26 de marzo de 2015

Literatura

Ayer me encontré con un ex compañero de la carrera de Edición, después de un par de años sin verlo y después de varios meses de hablar con él sólo por facebook diciendo «algún día tendríamos que vernos». Bueno, por fin lo hicimos anoche. Estuvimos comiendo unas empanaditas y charlando acerca de la facultad, de los trabajos en el mundillo de la edición de textos, que él hace un par de años ya se recibió, etc. Cuando terminamos la cena, ya tarde, nos dimos cuenta de que teníamos que tomar el mismo colectivo para volver a nuestras casas. Seguimos charlando en el viaje y, faltando pocas cuadras para que me bajara, me pregunta: «¿Y estás leyendo o leíste algo de literatura últimamente como para recomendar?». Y empecé a retroceder en mi lista mental de libros que estoy leyendo, para encontrarme con que hace bastante que no estoy leyendo «alta literatura». Mucha ciencia ficción, libros técnicos, libros sobre anarquismo, sobre budismo, también, pero literatura «pura y dura», nada.
¿Y ahora?
Y… Ahora quiero leer algo de «alta literatura», pero de un autor del que no haya leído antes. Pero me pregunto cómo evitar mezclarlo con todo lo que estoy tratando de leer ahora mismo, que ya leer a Terry Pratchett y a George R. R. Martin al mismo tiempo es bastante parecido a un pot-pourri.

Bueno, podrían ser unos cuentos.

¿Cortázar? ¿Borges?
Es que, sí, me encantan, pero me dan la sensación de «figurita repetida».

Mexicanos.
¿Juan José Arreola?
¿Juan Rulfo?

Franceses.
¿Guy de Maupassant?

Estadounidenses o ingleses.
¿Ambrose Bierce?
¿H. P. Lovecraft?
En idioma original sería mejor.

Argentinos que no tengo tan leídos.
¿Ricardo Piglia?
¿Roberto Arlt?
(Rioplatense) ¿Horacio Quiroga?

¿Cuentos clásicos?
¿Los hermanos Grimm?
¿Hans Christian Andersen?
¿Las mil y una noches, que tengo la edición de Edhasa basada en la francesa?

Ufff.
Hay tanto, tanto, tanto por delante.

martes, 24 de marzo de 2015

Alejandro Jodorowsky - I

Alejandro Jodorowsky siempre fue un enigma para mí hasta no hace mucho, cuando empecé a recorrer más en profundidad los laberintos infinitos de internet y me encontré con sus películas en torrents [No sé si se habrá escrito libros sobre el tema, pero opino que los torrents están haciéndole a la cultura popular más o menos lo que produjo la imprenta de tipos móviles en el siglo XV con la cultura en general].

Antes lo conocía sólo de nombre: era el autor de muchas de las historietas que me daban ganas de aprender a hacer historietas en la adolescencia: muchas de las que hizo con Moebius (El Incal, etc.), y otras como Alef-Thau, con dibujos de Arno, y La casta de los metabarones, ilustrada por Juan Giménez…
Incluso estas historietas las leía en pedacitos que aparecían en las revistas Metal Hurlant Cimoc, que me pasaba mi por entonces profesor de historieta. Nunca las había leído completas hasta que empecé con los torrents, tampoco.

El tipo se propuso abrirle la cabeza a la gente a cosas insólitas. 
Tiene algunos aspectos en los que uno no se siente «resonar», es cierto: en sus películas los animales que se mueren, se mueren de verdad. No soy vegano, pero son imágenes fuertes. 
Y ahora está «robando» con la psicomagia, es verdad, que sólo él y su hijo tienen las facultades necesarias para dar charlas sobre el tema y ponerla en práctica.
Pero a pesar de todo eso, o por eso mismo, su obra es algo que no debería pasar desapercibido.
Gracias a los torrents, decía, pude dedicar unas horas de este verano a ver varias de las películas de este autor.
Unas frases sueltas sobre cosas que me impactaron al ver sus primeras tres películas:

Fando y Lis (1968)


Fando y Lis son un hombre que se debate entre ser agresivo o ser tierno y una mujer que no puede caminar. Fando y Lis son novios, y Fando está obligado a arrastrar el carrito en el que ella viaja. Viven en un mundo en ruinas producto de la guerra. Buscan la mágica ciudad de Tar.

Es un película cargada de «golpes de efecto». Desnudos, violaciones, golpes, tullidos. Provocó mucha controversia cuando se estrenó. Pero todo eso no me importa.

Al ver la película quedé maravillado por lo raro. La imagen muestra un momento en el que pasan por un lugar donde entre las ruinas hay una banda tocando jazz. El piano está prendido fuego. Literalmente prendido fuego.

Y otra cosa que me sorprendió y me divirtió mucho fueron los parlamentos. No mucho después de empezar, saltan con unos diálogos increíbles. Uno viene así:

Lis: —Fando, recuerdo que me escribías cartas muy largas cuando estaba en el hospital y me permitías así vanagloriarme de recibir cartas tan largas. Recuerdo también que a menudo, como no tenías nada que contarme, me enviabas mucho papel higiénico para que la carta fuera voluminosa. ¡Qué contenta estaba!

Después, Fando imagina cómo sería la muerte de Lis y le canta una cancioncita que dice «qué bonito es un entierro, con una flor y un perro».

El Topo (1970)

En la segunda película, ya en color, sigue con el tono chocante de violencia contra mujeres y niños, psicodelia, y muchos animales muertos, claro.


El Topo a su hijo, al que poco después abandonará para que lo cuiden unos franciscanos: —Hoy cumples siete años. Ya eres un hombre. Entierra tu primer juguete y el retrato de tu madre.

Cuando El Topo llega a un pueblito en el que asesinaron a todas las personas, empieza a buscar a quien lo haya hecho. Cuando lo encuentra, éste le pregunta:
—¿Quién eres para buscar justicia? 
Y el Topo contesta: 
—Soy Dios.

La montaña sagrada (1973)

Esta es la más surrealista y ambiciosa de las tres. Las imágenes son impresionantes.














viernes, 20 de marzo de 2015

Declaración de principios / Afiliación a un -ismo

El fernandojoseladislaísmo sería una especie de anarco-budismo patagonista, de fuerte raigambre ombliguista egoísto-individualista incoherente.

jueves, 19 de marzo de 2015

Regreso, panorama, control de daños

Por el momento, voy a limitarme a copiar y pegar, con una mínima edición, los textos que estuve publicando últimamente en el facebook, pero que allá estaban fuera de lugar. 

Y dice:

Siguen siguiendo las «grandes reconciliaciones con el pasado».
Estudio Edición en Puán, sabido es. Empecé en 2006, dejé en 2008, me fui al Sur, etc., y la retomé en 2013. Este año planeo terminar de cursar las materias de grado. 
Venía todo bien: me faltan cinco materias, así que iba a hacerlas todas este año. Tres en el primer cuatrimestre, dos en el segundo. Pero resulta que se murió el jefe de la cátedra de Edición Electrónica y Multimedia en el verano, una de esas materias que me faltaba cursar, y, sencillamente, las autoridades de la facultad eliminaron la materia. 

[No voy a hablar de la «política académica» de la universidad; quizá en otra entrada].

De modo que me quedaba disponible en mi cronograma el tiempo que ya había destinado a ir a la facultad. Podría haberme organizado para hacer algo más «útil» (como preparar los finales que debo, dibujar; o hasta mirar 678, qué sé yo), pero no, decidí ir igual a la facultad, para reconciliarme con mi pasado, como decía, porque «reempecé» a estudiar griego clásico el martes, que algo había visto en el secundario, pero a lo cual, como a casi todo lo que vi en el secundario, no le había prestado demasiada atención.

Nos dieron para traducir este textito:
Παλαιὰ παροιμὶα • ὃτι χαλεπὰ τὰ καλά εστιν.
Dice: «Palaià paroimìa: hòti jalepà tà kalá estin.»
O sea: «Antiguo proverbio: ¡Qué difícil es lo bello!»

En conclusión: ese proverbio es un resumen de todo lo que estoy haciendo. Encuadernar, corregir, imprimir con tipos de metal, diseñar imágenes y editar texto con la computadora, pensar cómo crece una planta…
Y ahora todavía más: repasar sintaxis, física, leer la Constitución (y querer prenderla fuego). Recordar…

Es difícil, sí, pero cómo disfruto todo esto.

sábado, 7 de marzo de 2015

Frankenstein desencadenado

— INTRODUCCIÓN —
Todo el revuelo que se armó con la muerte de Nisman y las marchas y contramarchas me pusieron a querer opinar yo también sobre el tema. Lo hice por facebook, que es la plataforma que me absorbió a mí también y me alejó del blog (y que fue la plataforma en donde empecé a leer las opiniones que «me tocaron» y me hicieron querer decir algo al respecto). Pero el facebook, lo demuestra una y otra vez, no es el espacio mejor para eso. Al menos, no para mí. No voy a cerrar mi facebook (aunque lo pensé bastante seriamente), que sirve muy bien para otras cosas, pero, siendo editor, debería haber actuado en consecuencia de saber que facebook no era el lugar para ese tipo de planteos. Amenacé quichicientas veces con volver al blog, tratando de ir en contra de la idea de que ahora todo «compartir» se hace por medio de las redes sociales y de que «los blogs han muerto». Pero ahora es definitivo. Escribir en facebook más de veinte palabras es un engorro. Principalmente, por cómo trata a la tipografía. Pero no sólo por eso. Compartir opiniones en un ámbito dedicado a compartir fotos de mascotas, comidas y paseos no hace ver como desubicado más que a aquel que se desvía de eso. Vuelvo al blog para estos temas (y para escribir con bastardilla y negrita, vamos). Y pienso que se pueden complementar estos servicios de internet, no anularse uno al otro.
— FIN DE LA INTRODUCCIÓN —

A veces…


— INTERVALO —
Me fui a abrir un blog en Wordpress, pero no me convenció. Soy un lacra conservador.

Después me fui a tomar clases en el querido taller de encuadernación, que sigo yendo, hace año y medio, ya.
Después me fui a encontrar con una amiga para imaginar proyectos que vamos a hacer en nuestro taller de tipografía metálica que estamos armando juntos.
Después me fui a dormir.
Después me fui a buscar una prensa de encuadernador que conseguí gratis de manos de una vecina que se dedicaba a encuadernar pero que ya se retiró.
Después me fui a planear cómo van a ser las clases de Física que vamos a dictar en la Escuela Libre de Constitución este año, que empiezo a participar con ellos.
Y después chateé con mi amiga imprentera de nuevo para cambiarle el nombre al proyecto que estamos armando porque ya estaba en uso. Malditos «Pulpa Papel». Sin resultados.
Y por fin…
— FIN DEL INTERVALO —

Iba a escribir esto ayer, quería decir.
Estos días leí Frankenstein desencadenado, de Brian W. Aldiss.
Ciencia ficción. Publicado en 1973.
Trata de un futuro —año 2020— en que hay una guerra mundial en la que se usan armas tan potentes que terminan alterando «el tejido de la realidad». Se producen «deslizamientos de tiempo»: una casa y el terreno que la rodea (y la gente que vive en ella) saltan del siglo XXI al Medioevo y se quedan ahí durante un par de días, por ejemplo.
Se centra la historia en que un estadounidense cincuentón/sesentón se pierde con su auto impulsado por un motor atómico en uno de estos deslizamientos de tiempo y aparece en Suiza en 1806, donde, antes de encontrarse con Lord Byron, Mary Shelley y su futuro esposo, muy reales, se cruza primero con el mismísimo Victor Frankenstein y su criatura, personajes de ficción en la realidad de la que él viene. Se mezclan realidad y ficción. Simpático.
Nada de eso quería decir.
Iba a que, hacia el final, el monstruo de Frankenstein, a quien el personaje principal persigue con el fin de matarlo, pronuncia unas palabras en la misma onda con la que hablaba en el mismísimo libro de Mary Shelley. Dice:
«—Al tratar de destruir lo que no entiendes, tú mismo te destruyes. No entiendes y piensas que hay un abismo entre nosotros. Me odias y me temes, y crees que la causa es nuestras diferencias. ¡Oh, no, Bodenland! ¡Si tanto me aborreces, la causa es nuestras semejanzas!».
Y bueno, eso. Pensaba en cómo uno se enfurece ante lo que no entiende.